domingo, 19 de agosto de 2012

Un país sin vidrieras rotas y con música de Mozart



(Publicado por: Andrés Colmán Gutiérrez en ÚH - Sábado 28 Julio 2012).

"El joven que durante el día interpreta a Mozart, por la noche no romperá vidrieras". Esa fue la frase motivadora con que un inquieto y talentoso músico paraguayo inició hace diez años una verdadera revolución del arte, la educación y la conciencia.
Con más voluntad que recursos, fue al encuentro de humildes niños y niñas en las múltiples comarcas de la soledad y el olvido, a lo largo de toda la calcinada geografía paraguaya, y les puso en las manos un arpa, una guitarra, una flauta, un violín, un sueño encendido: superar la mediocridad y la miseria. Ser alguien. Tener un propósito en la vida.
Así nació Sonidos de la tierra, un ambicioso programa de integración social y comunitaria a través de la música, que -en palabras de su propio creador- busca combatir la violencia juvenil y potenciar la autoestima, incentivar la creatividad y el espíritu emprendedor, el trabajo en equipo y las actitudes democráticas. Un proyecto que encontró muchos obstáculos, pero también a algunos entusiastas promotores y financiadores.
En apenas una década, 10.000 niños y jóvenes de escasos recursos recibieron capacitación y hoy forman parte de elencos artísticos en 172 pueblos y ciudades. En 11.700 conciertos y actividades públicas de esparcimiento, protagonizados por niños y jóvenes del proyecto, participaron 540.000 personas. Hay 77 organizaciones comunitarias consolidadas (comisiones de padres, sociedades filarmónicas o asociaciones culturales), 60 líderes musicales capacitados como compositores, arregladores musicales, directores de coro, orquesta y animadores de la vida musical de su comunidad. Y hay 200 obras musicales del repertorio tradicional del Paraguay, rescatadas del olvido y difundidas entre los jóvenes.
Al margen de las cíclicas aventuras políticas que zarandean la vida institucional de la República, sin recibir más que discursos u homenajes oportunistas de los sucesivos Gobiernos, el querido y admirado maestro Luis Szarán fue logrando que el sueño se hiciera realidad, sin más ideología ni banderas que la pasión por la música y la humanidad.
En la noche del sábado 22 de julio, mientras en otros escenarios recrudecían la intolerancia y los enfrentamientos, en la explanada del Santuario de Caacupé, una gran orquesta de 2.800 intérpretes musicales de todas las edades, inundaba de melodía el futuro de otro Paraguay posible: un país sin vidrieras rotas y con música de Mozart. Ojalá todos y todas nos hagamos habitantes de este país.



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