domingo, 9 de octubre de 2011

Un día histórico


Llegué a votar a las 10:15 de la mañana de este domingo 9 de octubre, en la Escuela San Antonio, del querido barrio San Antonio, en Asunción, en el primer referéndum de la era democrática en Paraguay, para decidir el sí o no a la enmienda constitucional para otorgar el derecho al voto a los paraguayos y paraguayas residentes en el extranjero.

Esperaba encontrar un lugar vacío y silencioso como un cementerio. Me equivoqué. Había gente formando cola frente a 3 de las 4 mesas habilitadas, aguardando pacientemente con las cédulas de identidad en las manos.
Me gustó sumarme a la fila, esperar varios minutos, mientras escuchaba la plática de los vecinos, gente común, gente sencilla, gente de pueblo. “Yo vengo porque tengo un hijo que se fue a trabajar en España hace tres años ya, allá está como un mozo en un bar, él quiere volver, no sé cuándo va a poder, auque yo prefiero que se quede allá, aquí las cosas siguen estan muy mal, pero él tiene derecho a votar, aunque ya no vuelva”, decía una señora ya mayor, con su bolso de compras de un supermercado colgando del brazo. Otro hombre, igualmente mayor, le replicaba: “Yo no tengo ningún pariente afuera, pero igual vengo a votar, porque me parece que es un derecho que hay que darles”.
Me gustó llegar a la mesa, presentar mi cédula, tomar en mis manos la boleta, ir al cuarto oscuro, marcar esa cruz sencillita pero a la vez histórica, ensuciarme el dedo con tinta, sentir la contradictoria sensación de que esa suciedad en la piel a la vez nos está limpiando el alma.
Encontré a mi amiga Graciela Araujo trabajando activamente como veedora. Me dijo que la afluencia de gente era mucho mayor que la esperada, y que todas las cuatro mesas pudieron abrirse a las 7:30 de la mañana. Me contó algo que también me esperaba y que lamentablemente si se cumplió: los únicos representantes de mesa que no acudieron fueron los de los partidos Colorado y Unace, pero la entusiasta colaboración de representantes de otros partidos permitió cubrir sus ausencias y completar las autoridades de mesa.
Me gustó este día nubladito pero lindo, con ese sol tímido asomando de a ratos entre las nubes, como vigilando que todo esté bien, pero sin querer molestar mucho.
Yo sé que hay legítimos temores de que este referéndum pueda usarse también en forma clientelista o prebendaria, o que el TSJE y los partidos aprovechen para instalar más planilleros, pero de todo eso ya nos ocuparemos en su momento. Había que dar un paso en busca de un derecho universal... y lo estamos haciendo. ¿Habrá sido más o menos así en otros momentos de la historia, como cuando, por ejemplo, hubo que decidir que las mujeres también tengan derecho a votar? Hoy nos parece tan absurdo que haya habido un tiempo en que muchas personas creían que las mujeres eran seres cívicos inferiores y no debían tener ese derecho, pero sí, lo hubo, y por suerte lo superamos. Por suerte la humanidad avanza en la conquista de derechos básicos, y hoy estamos protagonizado un episodio aparentemente pequeño, pero a la vez histórico, trascendental, proyectado hacia el mañana.

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